El sueño de la anguila

Alguna noche de noviembre ―sólo si no había luna, o había poca― salía de su letargo y trepaba, impulsándose en los cirros, hasta alcanzar el aliento fresco de Fomalhaut. Allí se detenía un instante, sopesando nuevos impulsos, como hacen las ardillas antes de brincar desde la rama de un árbol hasta la rama de otro árbol. Luego saltaba al arco iris nocturno (existe un arco iris nocturno, utópico, formado por franjas de colores inventados, que solo ven los niños y algunas anguilas), y desde allí nadaba, moviendo sus aletas con aleteo lento, tranquilo, elegante, sinuoso. Atravesaba, sin detenerse, las aguas cósmicas de Sadalmelik, Diphda, Al Naymat, Kuton… hasta alcanzar en el cénit la preciosa laguna azul iluminada por Alrisha. Sus aguas le recordaban el mar de los Sargazos, donde nació y donde esperaba regresar cuando el final. Allí encontraba seres semejantes a ella, nadando alegres en aguas limpias, cristalinas, sin plásticos ni condones, sin nitratos ni coliformes, sin redes ni fronteras. Solo agua transparente, olvidada ya en su memoria. Chapoteaba, brincoteaba, se enamoraba, parloteaba en el idioma cósmico universal. 

Pero la magia solo duraba esa noche. Cuando nacía Sirio, acabado el encanto, abandonaba aquellas aguas olvidadas y deshacía su andar por el arco iris nocturno, hasta sumergirse de nuevo en las aguas putrefactas de su laguna terrenal.

Comentarios

  1. Ante la tristeza de morir entre suciedades, la alegría de poder navegar entre estrellas y constelaciones.
    Al menos esa anguila tuvo la suerte de conocer la luz y la belleza.
    Un abrazo.

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  2. Que belleza de relato...
    La anguila tenía la osadía de salir a nadar en aguas limpias, bañadas por ese arco iris nocturno, que solo ella podía ver.
    Suele ocurrir, cuando uno se siente morir ante tanta mugre, que el afán de sobrevivir nos lleva a buscar lugares bellos, aunque sea solo por unas horas y no nos quede más remedio que volver al fango.
    Un abrazo querido amigo.

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  3. La anguila no deja de ser un pez extraño y original, quizás resultado (elucubro sin ningún rigor, solo impulsado por mi imaginación trifásica) de una mutación debida a una catástrofe ambiental pretérita. La anguila de esta historia volanadaba (o nadavolaba) siguiendo constelaciones de Agua, hasta dar con Acuario. Podía haber seguido su camino hasta Serpens u Ofiuco, pero prefirió detenerse antes, ella sabrá por qué. Quizás entreveía ya a Sirio en el alba de su horizonte cósmico... Espero que algún día regrese limpia a sus Sargazos maternales y reproductores.
    Abrazo, Juan.
    Beso, Maripaz.

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  4. De regreso de unas mini vacaciones en Comodoro Rivadavia, paso a saludarte y a ver tu nueva viñeta y me encuentro con esta anguila soñadora...
    Pues yo creo que solo sueña con irse muy lejos...
    ¡¡Ojalá nadie la despierte entonces y que siga soñando!!
    Un abrazo sureño

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  5. Buenos recuerdos (y ventosos) tengo de Comodoro Rivadavia.
    ¿Tendrán alma las anguilas?
    Abrazo desde el otro hemisferio.

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  6. No sé si todas las anguilas tendrán alma, pero la tuya si que la tiene, un alma soñadora, cósmica, salvaje y temeraria...

    Creo que ha vuelto en vez de seguir soñando porque no hay nada comparable a lo que siente cada vez que salta el arco irís de nuevo llena de expectativas.

    Por cierto, no pienso comer anguilas nunca más. ¿Cómo saber que no es la soñadora intrépida la que pincho con mi tenedor?

    Es monísima tu viñeta, Diego. Y tu relato tierno y luminoso.

    Un besico

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  7. Tesa, la próxima vez que vayas a coner una anguila, pregunta si es el Mar Menor. Si sí, no te la comas, tu estómago peligraría :) Besico.

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  8. Nunca te había leído. Me dejas en silencio de palabras Leo los comentarios pienso. ¿Que sentías cuando escribías el escrito?
    gracias por compartir lo que sientes

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  9. ¿Qué sentía?. Indignación. Indignación al ver la mortandad de peces que se ha producido en mi querido Mar Menor como consecuencia de la acción humana. El resto lo hace la metáfora y la imaginación.

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