Bruma


Se aleja abonico por el camino no elegido sin poder mirar atrás. La niebla se espesa a su paso vacilante, dejando breves jirones por donde se cuela una luz naranja esperanzadora: una ventana abierta para iluminar el ansiado retorno. Pero mientras llega si llega el regreso, la senda oscura la conduce hacia un horizonte descendente, confuso, húmedo, espiral.

La veo disminuir, menguar, perder sus contornos en la bruma gris que la envuelve. Le grito regresa, le recuerdo lugares, risas, momentos, colores. Pero mi voz angustiada es solo uno más de los sonidos que atraviesan ahora su mente líquida sin dejar rastro, ni huella, ni recuerdo.

Cada día oteo el horizonte desde el peñasco, sé que una tarde, cuando los cerrojillos hayan volado hacia sures más amables, veré aparecer entre las brumas ―al fin disipadas― su paso de vuelta decidido, su sonrisa, su mirada, su acento. 

(Foto: caminando por una pista nevada en la sierra de Madrid)