Pitas, pitas


Sé que ocurrió, no lo dudes más. 

Iba yo sobre mi bici, pedaleando tranquilo por el camino junto a la vieja vía del tren. Al cruzar el puente de los Perotes, al lado del raíl derecho, había un tipo que parecía estar buscando algo. Sombrero de paja deshilachado, mirada penetrante amarilla algo ida, barba gris, pantalón desajustado, desaliño. Me detuvo al pasar a su lado. 

 —¿Ha visto el bicho? —me preguntó, mirándome fijamente con sus ojos inquietantes. 

Tras unos segundos de desconcierto, decidí seguirle la corriente, uno no sabe a qué se puede enfrentar en un encuentro con un individuo semejante en un lugar tan solitario. 

 —¿Lleva una camiseta verde con rayas azules? —le pregunté, esperando una respuesta negativa rotunda. 
—Sí —me contestó, sin dudar. 
—¿Y un pantaloncillo colorao? —inquirí, convencido esta vez de que era imposible tanta coincidencia. 
—¡Sí! —respondió esbozando una medio sonrisa de dientes desiguales, alguno ausente. 
—¿Y un cascabelillo colgao de una oreja, que suena tolón tilín? —pregunté al azar, esperando decepcionarlo de una vez. 
—¡El mismo mismamente! —me respondió entusiasmado— Lo llevaba en el bolsillo de mi camisa, asomando sus bracitos con sus garfios, se me debió caer con tanto bache, pobrecito… 

Entonces intenté una solución definitiva para quitarme de en medio a aquel sujeto. 

 —Lo he visto hace un rato —volví mi cabeza hacia atrás, señalando con el dedo—, subiendo por aquel desmonte de la izquierda. 

Y me dispuse a enjambar mi bicicleta, para alejarme del lugar cuanto antes. Pero el hombre me miró de nuevo, ahora con una mirada tristona y suplicante, siempre algo ida y amarilla. 

 —¿Y.. no me va a ayudar a buscarlo? —era más una súplica que una pregunta. 

Como en el fondo soy una persona solidaria, de poco carácter e influenciable, volví a desenjambar la bici (que estaba ya un tanto cabreada con tanto enjambe-desenjambe) y me dispuse a ayudarlo a buscar el bicho. 

Y desde entonces, cada vez que circula por el lugar el tren inexistente, los viajeros desde sus ventanillas pueden vernos a los dos levantando piedras, rebuscando bajo las jaras, removiendo boñigas de vaca, subiendo a los quejigos, escudriñando nidos de torcazos y currucas capirotadas, hurgando madrigueras de conejo, o de zorro, recorriendo arroyos, cortados y terraplenes, mientras entonamos un “pitas, pitas” sonoro por si al bichejo se le ocurriera salir de su escondrijo.

Comentarios

  1. Bueno por ser tú te creeré . Pero tendremos cuidado cuando vayamos por la antigua vía del tren que tanto solemos patear por si nos encontramos con el tipo del sombrero de paja y tengamos que ayudarlo 😉
    Buen lunes Diego.
    Un abrazo.

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    1. Ya me contarás, Laura. Igual le gustan las motos y sale de su escondite cuando vea la Vespa azul :)
      Abrazote.

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  2. Qué buena gente eres y qué solidario!! No podría ser de otra manera teniendo los amigos que tienes.
    Lo mismo me paso por allí y os echo una mano en la búsqueda.

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    1. Vente p'acá a echarnos una mano, Tracy. Y tráete unos rebujitos de paso si te han sobrado después de la Feria :)

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  3. Me encantan esas aventuras tuyas tan originales contadas con la magia de tus letras.
    Parece una leyenda. Incluso he llegado a pensar que se trataba de un duende que habitaba por esos lares.
    No cabe duda de que eres un tipo solidario.

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    1. Maripaz, yo también he llegado a pensar que el duende existe, Sin fantasía la vida es menos vida.

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  4. Ayyy! estoy tan emocionada que no sé si lograré las letras necesarias para contar los sucesos que recuerdo.
    Lo vi Diego, que sí que sí. Pero no llevaba esas ropas ni ninguna otra. El cascabelillo no sé. No tuve tiempo de verlo. Fue muy fugaz su cruce por mi camino. Sucedió en Galicia, mientras iba yo de peregrina. Creo que andaba por la zona de Pontevedra entonces.
    Tal vez sea el mismo, que con el paso de los años y tanto andar se encontró con el bolsillo de ese buen hombre que lo adoptó y le consiguió ropita.
    Ya quisiera yo estar allí para ayudarlos en la búsqueda!
    Bueno, ya nos contarás en otra estupenda historia como la de hoy si lo pudieron encontrar y como fueron los acontecimientos.
    ¡¡¡HERMOSÍSIMO RELATO AMIGO DIEGO!!!

    Va mi abrazo para ti y para tu compañero de búsqueda
    P/D Ah! olvidaba decirte que es maravilloso que seas así de solidario

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    1. Hola Lu. Pues puede que fuese el mismo bicho ¿Llevaba pantaloncillo colorao? Quizás se descompone en partículas elementales, cuánticas, y tiene la potestad de viajar a la velocidad de la luz. Cualquier día te aparece en Ushuaia. Ponle un abriguillo, que allá hace más frío que en Pontevedra.
      Abrazo mágico.

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  5. Me pasa a mí y lo invito a beber, y luego negociamos lo demás.

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    1. No es mala idea, Cabrónidas. No veas cómo miraba la bota de vino que llevo siempre en la bici... :)

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  6. Pues yo lo vi. Pero como siempre me tachan de rara pues no dije nada. Y no creo que diciendóle "Pitas, pitas" vaya a venir: tienes que quedarte quieto y esperar. (a veces mucho tiempo) es como la garduña de mi zona :)))
    Me encantan tus divagares :)

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    1. Hola, Fram! La zona anda cerca de tu barrio, así que es posible que sí fuera el mismo bicho. Ponle un cacho de tarta en la ventana, verás cómo aparece junto al petirrojo :) A ver si entre todos se lo devolvemos al hombre de la mirada amarilla, que anda tristón...
      Abrazo serrano.

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  7. Muy bueno, ten cuidado que así empiezan las revoluciones, con dos locos buscando algo que no existe hasta que se une mucha gente en esa búsqueda y entonces se vuelve real...

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    1. Beauséant, las revoluciones siempre son positivas. Y si hay dos locos detrás, más :)

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