UL



Esta historia es tan absurda que no os la vais a creer. Lleváis razón, es una absoluta mentira, producto sin duda de una paranoia pasajera, o de los efectos etílicos del quinto chute de ron que ando trasegando mientras la escribo. 

El caso es que aquella tarde algo cayó, desde el cielo, en el mar, cerca de una playa mediterránea. La estela luminosa, el choff al tocar el agua y las salpicaduras consecuentes hicieron exclamar un oh a los bañistas que, tumbados en la arena, achicharraban a esa hora sus orondas barrigas al sol. 

La cosa penetró en el mar, como alcatraz buscando el cardumen, y siguió profundizando más y más, hasta llegar al fondo. Tras un momento de desconcierto, recompuso su vestimenta —había resultado algo perjudicada en la caída—, palpó el bolsillo de su pantalón para comprobar que su carta a UL permanecía allí (permanecía), eructó —unas burbujitas subieron juguetonas hacia la superficie— y comprobó su coordenada. Estaba a miles de kilómetros del lugar en el que en principio había previsto amerizar. Quizás, en su cálculo, subestimó el movimiento de giro de la Tierra sobre su eje, o la influencia de la gravedad, o el efecto de Coriolis, o vaya usted a saber qué. 

Corrigió las coordenadas en su GPS y decidió caminar por el fondo del mar —pretendía no ser detectado por los que todo lo detectan, todo lo analizan, todo lo desmenuzan, todo lo malinterpretan— en busca de su lugar de destino. Andando traspasará el bentos, recorrerá la zona demersal, bajará el talud continental, atravesará la zona afótica, la llanura abisal, ascenderá la dorsal mesoatlántica que luego descenderá del otro lado, y seguirá su recorrido hasta alcanzar su destino. Un larguísimo sendero de miles de kilómetros en el que invertirá varios meses, o más, apenas alumbrado por la bioluminiscencia de picnogónidos, mesonychotenthis, eurypharynx y algún aristeus. 

Pero llegó al fin, su testarudez era infinita. Emergió en una playa solitaria del gran sur, sólo algunas focas. Descansó unos segundos —había poco tiempo que perder después de tanto tiempo perdido— y rebuscó en su bolsillo. ¡Horror, la carta a UL había desaparecido! La buscó en la arena (como la lágrima del marinero de Fito), revolvió entre las focas, rezó a san Cucufato, pero no halló nada… Sin duda algún ladrón abisal se la había afanado en cualquier punto de su recorrido. Lloró, lloró desconsoladamente, los brazos extendidos hacia el cielo, gritando desesperado varios porqué me pasa esto a mí. Entonces pasó una gaviota volando sobre él y echó un cagarrio que se estrelló en su cara. 

Y es que hay días en que es mejor quedarse en la cama tranquilito.




Comentarios

  1. Bueno, pues sí...creo que quien quiera sea "la cosa" no debiera haber salido de su espacio en el mundo para amerizar en este que, a veces, se muestra tan hostil.

    Si la historia se me hubiese ocurrido a mi, que no fue por que no he tomado ron esta mañana, hubiese dado a la gaviota la posibilidad de lanzar sobre él la carta perdida y sería ese final de "fueron felices y comieron perdices".

    De todas maneras admito que es una fantástica historia y que, por si acaso, iré de caminata bordeando la Bahía de Ushuaia, quien dice que observando minuciosamente tenga la suerte de ver emerger a ese personajillo.

    Otra genial historia amigo Diego.
    Fuerte abrazo desde mi sur congelado y en el cual ya estoy de regreso.

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    1. Hola Lu! Ese final feliz y perdicero que cuentas es el que tenía previsto en principio como remate de la historia, pero al tomarme el quinto ron perdí el control del relato y lo terminé malamente, de cualquier modo y manera :) De todas formas, rebusca en tu preciosa Bahía, igual el mensaje anda perdido por allí :)
      Feliz regreso a tu tierra, que ya te estaba echando de menos. Abrazo cálido.

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  2. A mí, que me pasan cosas raras, y cuando no, le ocurren a otro pero yo estoy presente, no puedo más que darle total credibilidad a esta historia.

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    1. Sabía que tú si considerarías la historia como cierta, Cabrónidas. Y es que es ABSOLUTAMENTE cierta. Mi única duda es si el ave que soltó el cagarrio fue una gaviota o un petrel.

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  3. Entre el bicho del espacio Pitas, pitas y éste, no menos raro, dentro de poco le harás la competencia a Millas. :DDD
    Me encanta tus divagares (y lo mejor (y lo peor) me los creo todos.
    Un abrazote de la sierra.

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    1. Hola, Fram. Créete los divagares, son tan ciertos como los de Millás o Cortázar. Abrazo desde el otro lado de la sierra.

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