Sapo corredor
Hace unas semanas lo pillé en una charca de lluvia. Se dejó agarrar, sin oposición, y permaneció en mi mano encogido, fingiendo estar muerto para que yo —a quien confundía con uno de sus muchos depredadores— no me lo comiera. Le hablé bajito —abonico, decimos en mi tierra— junto a su membrana timpánica. Le dije que no temiera, que solo pretendía admirarlo un rato, que luego lo soltaría, que soy un admirador de los sapos y de su belleza incomprendida (¿quién estableció los criterios de la belleza? ¿por qué un sapo es objetivamente más feo que una paloma?). Le susurré, improvisándola, una canción dulce, casi rayana en lo cursi. Más tranquilo, el sapo se relajó, deshinchó su cuerpo y sus parótidas —que había inflado para parecer más grande y más temible, pobrecito—, me miró con sus ojos saltones, como queriendo decirme algo, avanzó su pata derecha y se bajó sin prisas de mi mano, incómoda para él y pretendidamente acogedora para mí.
al menos se fue para casa con una bonita historia que contar, imagina llegar al bar y decir: no os imagináis lo que me ha pasado hoy.
ResponderEliminarClaro, que lo mismo nadie le cree y acaba en el sanatorio, que es el almacén donde guardamos todo lo que no entendemos.
Beauséant, esta historia es mejor no contarla, supongo que el sapo no la contó. Bastante tiene con que lo llamen sapo corredor para que encima lo llamasen el sapo loco :)
EliminarTus relatos son, además de muy singulares, tremendamente relajantes, Diego.
ResponderEliminarEnhorabuena, no es fácil escribir con esa naturalidad de algo tan cotidiano como olvidado.
El sapo no estaba muy relajado mientras lo fotografiaba, Enrique :)
EliminarMuchas gracias, hago lo que puedo. Un abrazo.
Con tu permiso hice un reblogueo a uno de mis baules-e donde guardo las excelencias de la Red. https://etf1949.wordpress.com/2023/11/08/sapo-corredor-de-diego-el-pino-de-la-sima/
ResponderEliminarPor supuesto que tienes mi permiso, Enrique. No sé si lo merezco, pero te lo agradezco de corazón. Me quedo con tu dirección de wordpress :)
EliminarOtro abrazo, Enrique.
Genial historia sobre el sapo corredor (que no corrí mucho, je) encontrado. Me ha gustado leerte y veo que casi siempre escribes sobre la naturaleza, cosas naturales.
ResponderEliminarGenial.
Hasta pronto. 🌞
Clarisa, para mí sólo hay dos pasiones inmutables: mis hijos y la naturaleza. Yo creo que en mi anterior encarnación fui un conejo o una cabra montesa :)
EliminarUn abrazo.
Otra sencilla, académica y amena clase sobre la Naturaleza.
ResponderEliminarSe nota que la amas con una pasión casi franciscana.
Un abrazo.
No tan franciscana, Juan, yo no tengo nada de santo :))
EliminarAbrazo, Juan.
Bueno, conozco muchas historias de zoofilia con sapos. Siempre con el incentivo de que el beso los convierte en príncipes pero yo creo que más de una lo puso como excusa. La belleza del sapo, como todo(qué bien lo apuntas) es relativa. La de este texto no tanto. Lo encuentro objetivamente bien escrito.
ResponderEliminarSergio, mi amor por los sapos no llega hasta besarlos :)) Pero si alguna vez lo hago, prefiero convertirme yo en otro sapo antes que convertirlo a él en una princesa ¡qué horror! :)
EliminarWalt Disney tiene gran parte de culpa. Cambió los finales y ciertos aspectos de los cuentos de los hermanos Grimm, entre otros, y nos vendió que sapos y ranas eran feos y sinónimo de rechazo Y encima se forró y engañó a multitud de infantes de varias generaciones.
ResponderEliminarY la Biblia también, Cabro. Las pobres e inofensivas serpientes fueron maldecidas en el libro santo para toda la eternidad. Sin embargo ensalzó las virtudes de la paloma, uno de los seres más guarros y agresivos del mundo animal :)
EliminarY sí. La belleza es totalmente subjetiva Diego. Con decirte que yo me miro al espejo y ¡me veo linda! 😂😂
ResponderEliminarNo solo eso, también a mi me parecen lindos sapos y ranas, ¡Ni te cuento como me gustan las lauchas y ratones!. Hasta los murciélagos me parecen lindos.
Y la historia que nos dejas sobre ese sapito me parece encantadora.
Me trajo muchos recuerdos de mi niñez, cuando iba con mi familia a pasar vacaciones al campo de mis tíos y tías. ¡La de sapos que veía allí por las noches!
¡Y ese croar en medio del silencio campestre y nocturno!. Me encantaba
Si vuelves a cruzarte con el sapito corredor le das mis saludos.
Un abrazo para ti ¡feliz finde!
Los espejos siempre tienen razón, Lu :) Y tus fotografías también.
EliminarHe mirado en los "internetes" y he aprendido que una laucha es un ratón de campo de tu tierra sureña. Los ratones y las ratas también se han clasificado como "animales despreciables y feos". Como las cucarachas, con lo simétricas y acarameladas que son :) Seguro que a todos esos animales el hombre le parece el animal más feo y despreciable de la Tierra.
Yo también, Lu, las primeras ranas que tuve en la mano fueron unas ranitas de san antonio que había en una fuente de la casa de mi abuelo, en pleno campo manchego español. Las ranas son de los pocos animales que muestran una eterna sonrisa :)
Le daré tus recuerdos al sapo corredor, pero tendrás que esperar a que se despierte en nuestra primavera, allá por el mes de mayo :)
Te mando un amplexo (abrazo en el idioma "ranil")
No lo veo tan feo tras tu relato. Más que corredor podría llamarse también camuflapiedras; su aspecto rugoso y musgoso le permitirá pasar desapercibido al saltar de tu regazo. En tu mano se ve su pequeña grandeza. Y, bueno, los cuentos suelen ser muy crueles con los animalitos, con el lobo, los osos, Dumbo, Bambi, los ratoncitos transformados en lacayos... los cazadores furtivos que los matan sin piedad... y los sapos, cuando la mayoría de las veces se besan más sapos que príncipes fuera de la ficción, y ninguno se transforma en un príncipe azul ni verde tampoco ;)
ResponderEliminarAbrazote, Diego.
Zarza, no está mal la denominación de camuflapiedras para el sapo corredor. Se pasa más horas camuflado que corriendo :))
EliminarLos cuentos infantiles han hecho mucho daño a ciertos animales, y a las brujas. Suelen ser machistas y clasistas a tope. Siempre me repataleó que el ideal de las protagonistas fuera casarse con un príncipe y convertirse en princesas, y comer perdices, qué gilipollez. Cuando yo les contaba cuentos infantiles a mis hijos, siempre les cambiaba el final: el príncipe se convertía en rana, caperucita se casaba con el lobo (en mi versión para adultos se lo "calzaba" en la cama), blancanieves era ingeniera de montes y los enanitos trabajaban para ella, la perra cursi dama se fugaba con el perro vagabundo, etc.
Abrazotote, Zarza.
Uy, Diego, te ha quedado la historia del sapo como un bello cuento lleno de poesía. Me ha encantado.
ResponderEliminarMe gusta mucho una canción de los Chalchaleros, que dice así: Sapo de la noche, sapo cancionero, que vives cantando junto a la laguna.
Tenor de los charcos, grotesco trovero.
Estás embrujado de amor por la luna
Yo sé de tu vida sin gloria ninguna.
Sé de la tragedia de tu alma inquieta.
Esa es tu locura de amor por la luna.
Es locura eterna de todo poeta.
Tú te sabes feo, feo y contrahecho.
Por eso de día, tu fealdad ocultas.
Y de noche cantas tu melancolía.
Y suena tu canto como letanía.
Repican tus voces en franca porfía.
Tus coplas son vanas, como son tan bellas.
No sabes acaso que la luna es fría.
Porque dio su sangre para las estrellas.
Sapo cancionero, canta una canción, que la vida es triste si no la vivimos con una ilusión.
Por eso también me gustan los sapos.
Un abrazo, querido, Diego.
Conocía esa canción, Maripaz :) Aunque no estoy de acuerdo con que los sapos se vean feos y contrahechos, a las sapas les gustan así.
EliminarUn abrazo, Maripaz.
Menos mal que el sapo se puso a buen recauda, porque si llega a pasar por allí algún político, se lo hubiese tragado...
ResponderEliminarSalu2 y feliz santo con retraso...
Los sapos están tranquilos, Dyhego, saben que los políticos nunca se alejan de sus poltronas, no sea que se las ocupen :)
Eliminar¡Gracias!
Has hecho una narración tan preciosa, intimista, tierna con el sapo que me ha emocionado Diego, de verdad que las cosas son según con los ojos que se miren. si dejas que asome en ti la ternura.
ResponderEliminarDe un sapo que sea dicho de paso nunca le he visto hermoso, hoy me ha parecido maravilloso
Me ha gustado mucho, un abrazo querido amigo
Si ha servido para que de ahora en adelante mires a los sapos con otros ojos, el texto ha merecido la pena :))
EliminarUn abrazo, stella.