Baldosas (2)

A partir de aquel día, para ella las baldosas se convirtieron en una obsesión. En sus paseos costeros, urbanos o peripatéticos ya no miraba escaparates, ni buscaba tiendas de bicicletas, ni siquiera intentaba averiguar si aquella gaviota era la patiamarilla o la picofina, si la jara de la orilla era la pringosa o la morada. Avanzaba mirando al suelo, observando la disposición de las losetas, sus colores, su matemática. Pateó baldosas cuadradas, circulares, oblongas, picudas, hexagonales, rojas, amarillas, verdes, entreveradas buscando la singularidad, el algoritmo, la ley, la metodología, la fórmula. Siempre los halló, ya dije que era matemática y tozuda. Entonces perdió interés por el cómo y se dedicó a buscar una peculiaridad, un fallo en la colocación, un algo que confiriera una personalidad especial a las teselas. Recorrió fanegas y fanegas de aceras sin encontrar lo que buscaba. "El caos no existe", pensó desilusionada pues era una convencida de las teorías cuánticas. Una mañana, cuando entraba en el DIA para comprar un bizcocho especial para celíacos que le habían recomendado, observó como siempre la forma del enlosado. Era esta:
Todas las losetas eran exactamente iguales, y el efecto estético y simétrico de su disposición se conseguía sin más que dar un giro de 90º a cada loseta lateral. "El enlosador lo tuvo fácil esta vez", pensaba. Pero de repente, en una esquina poco pisoteada vio esto: 
En una de las filas, el enlosador cometió una travesura. En un acto de rebeldía, harto de normativas y zarandajas, colocó entre dos baldosas “correctas” una mal girada. El efecto es el que se observa en la fotografía. Quiero creer que fue la forma de firmar su obra el enlosador. Ninguno de sus jefes se percató de la genialidad, preocupados como estaban de cobrar cuanto antes.

Al salir del DIA, bizcocho en bolsa de papel (no utilizaba envases de plástico), volvió a mirar la firma y sonrió pensando que a lo mejor Banksy había comenzado haciendo travesuras urbanas parecidas a las del original enlosador anónimo. Y le endiñó un mordisco al bizcocho mientras se alejaba canturreando una canción que no identifiqué.

Comentarios

  1. No hay nada mejor que romper el ritmo de lo establecido. Así nacen los genios.
    Un abrazo.

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  2. PEDRICE3/19/2019

    Pues a mi, sin ánimo de ofender a nadie, y mejorando los presentes, la travesura me recuerda al intestino grueso de cualquier ser humano......
    Queda dicho.

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  3. Pues me están entrando muchas ganas de volver a caminar mirando al suelo, yo que soy más de estar por las nubes y las onduladas telas de los edificios en construcción.

    Me encanta esa rebeldía, Diego, la intención y el resultado, que a mí me ha recordado a las probetas de los laboratorios, las gorditas y bajitas.

    Un beso y gracias por estas sonrisas con ingenio.

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