Baldosas

Caminaba una mañana temprano por el paseo de la costa, con un Sol ―molesto por lo lateral― naciendo sobre el horizonte ólico. Bajo sus pies discurría un mosaico de baldosas de diferentes colores, estético, invitador para paseantes relajados. Iba pensando en sus cosas y en algunas cosas de los demás. Pronto, el mosaico baldosino fue apoderándose de su pensamiento. Circulaba ahí abajo, a cuatro kilómetros por hora, indiferente a sus pensares, componiendo un sereno cuadro móvil por aquello del efecto óptico. Ella, poeta y matemática, quiso conocer el porqué, el cómo de la estética baldosiana. Siempre fue analítica, curiosa, pensadora, enamorativa. Se detuvo y se detuvieron las baldosas. ¿Cómo estaba dispuesta la configuración de las teselas, de los colores, para producir ese efecto estético, relajante, similar a los cuadros que pintó alguien cuyo nombre no recordaba en ese momento?, se preguntó. Lo primero que apreció fue la naturaleza rectangular de las baldosas, de modo que si era n la longitud del lado pequeño, era 2n la del largo. Como las fichas de dominó. Luego estaba su distribución primaria en escalera, del modo que dibujó en la libreta que siempre llevaba consigo por si las ocurrencias del camino:
Sobre cada escalera virtual observó que se apoyaba otra de iguales características. Sonrió satisfecha de su primera deducción, indiferente a las miradas curiosas que le dirigían los paseantes a aquellas horas tempraneras, la mayoría foráneos. Pero, ¿y los colores?, pensaba. Los contó: amarillo, verde, azul, rojo, morado, naranja. Seis. Tenía que ir al detalle: ¿Qué ley regía su disposición? ¿Estaban colocadas al azar?. Dio un paso más en su deducción: observó que cada loseta estaba rodeada de otras seis, de manera que cada una de ellas solo apoyaba una longitud n (una cara corta completa o media cara larga) en la loseta central, componiendo una especie de roseta de losetas ―la llamó rosaleta―, como se aprecia en el dibujo que trazó.
Pero no se detuvo ahí. Captó que si, por ejemplo, la loseta central de la rosaleta era verde ¡ninguna de las losetas adjuntas eran de ese color!. Este descubrimiento fue decisivo. Ello obligaba a que en cada rosaleta hubiera al menos una repetida, al estar compuesta (la rosaleta) por siete losetas y haber cinco colores disponibles para las losetas periféricas (excluido el de la loseta central). La ley quedaba finalmente establecida: disposición en escalera, rosaletas formadas por seis losetas rodeando una loseta central, nunca dos losetas de igual color en contacto. La aplicación de la norma correspondía al enlosador, cabreado supongo por tanta normativa por el mismo precio que si hubiera enlosado al tuntún, aquí te pillo aquí te enloso. Mientras regresaba tranquila a desayunar su pincho diario de tortilla de patatas fría y mojada en café con leche, pudo comprobar satisfecha que la ley se cumplía siempre. El Sol, algo más elevado, seguía igual de lateral y molesto.

(Foto: baldosas del paseo marítimo de Mil Palmeras, Alicante)

Comentarios

  1. La verdad es que mis neuronas matinales de lunes , no están para estos trotes.
    Volveré a leerte y con suerte puedo entender algo.
    Con lo del pincho de tortilla mojado en café, hasta ahí llego.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. PEDRICE3/11/2019

    Es por lo que no voy a Alicante desde hace 60 años. Cómo soy de letras (pocas), esos pensamientos matemáticos me vinieron a la cabeza, y tardé años en recuperarme.
    Ahora sólo veraneo donde las baldosas, teselas o losetas, sean cuadradas, y me quepa holgadamente el pie.
    Que la vida enseña.......

    ResponderEliminar
  3. Hacia mucho tiempo que jugando con sus ideas y sus anhelos, escuchando la música que vibraba siempre en sus días y sus noches hizo el gran descubrimiento . Todo ese mundo del que estamos hechos , ese profundo romanticismo que nos invade, es nada mas que matemáticas simple y complicadas , pero MATEMATICAS !!! Esa mañana en el amanecer pálido , suave, solo podía ver cuadrados teselas de baldosas satinadas suaves suaves.
    el día avanzaba el color cambiante aumentaba su densidad. En realidad los cuadrados seguían su regla pero ahora sus colores eran fuertes puros , rojo amarillo verde azul cobalto . claro !! la noche anterior ella había estado soñando con Mondrian ,se habían dado un fuerte y largo abrazo irreflexivo apasionado y ya no podía deshacerse de el. se acabo su engañosa libertad.
    Maestro esto que has escrito me parece francamente bueno xxxx

    ResponderEliminar
  4. Juan, lo del pincho de tortilla mojado en café debe ser una antigua costumbre manchega. Yo creo que lo heredé de mi madre, chinchillera de pro e inculcadora en sus hijos de multitud de costumbres y hablas manchegas y murcianas. Abracete.

    ResponderEliminar
  5. Pedrice, en ese tipo de loseta cuadradas jugábamos antaño a la rayuela, que para eso estaban. Quizás también inspiraron a Cortázar.

    ResponderEliminar
  6. Iota, has descifrado la personalidad del personaje :) Y de paso le has recordado que el pintor olvidado es Mondrian. Gracis en su nombre, que bastante ocupada está ella buscando nuevas formulaciones matemáticas en el universo baldoseril de su ciudad.
    Beso a cuadritos de colores.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario