Baldosas (3)

De tanto observar suelos embaldosados se convirtió en una experta. No había suelo del que no acabase descubriendo el ordenamiento, la fórmula aplicada en la colocación de las losetas. Pero acabó aburriéndose (lo mucho abunda, lo poco escasea, que dijo alguien muy listo, o algo así) y volvió al campo, a mirar aves, a recorrer trochas, a buscar estrellas. E insectos, le encantaban los insectos. Una tarde, estando sentada en una peña dándole un tiento a la bota de vino que siempre llevaba consigo, vio que en una mata próxima de alhucema se posaba una libélula, su insecto favorito. Le fascinaba la capacidad de volar, de pararse en el aire, de ir hacia atrás de estos insectos. Volvió a recordar que toda esa agilidad era debida a la estructura de sus cuatro alas independientes. Las alas eran una sucesión estética de triángulos, cuadriláteros, pentágonos y algún hexágono. Una preciosidad. Y de repente, en lugar de ver geometrías en las alas vio baldosas, teselas, suelos de colores. Hizo el dibujo de la venación de un ala y con él en la mano se dirigió al fabricante de losetas ―un hombretón de manos grandes y rostro amable―, rogándole que le hiciera unas baldosas copiando el diseño del dibujo.
Una vez fabricadas las baldosas, de seis colores diferentes, se dirigió con ellas al patio de su casa y las colocó sobre el suelo de arena. Miraba y miraba, devanándose los sesos, pero no encontraba la fórmula, el sistema de la extraña estructura, su porqué. Y así se encontraba, elucubrando, cuando el suelo recién enlosado vibró y, lentamente, empezó a elevarse como si fuese un ala real de libélula, con ella sentada encima, feliz y sonriente. Dicen que en ese momento descubrió la fórmula del diseño del ala de las libélulas, pero nunca lo sabremos pues jamás regresó.

Comentarios

  1. !Que felicidad! Conseguir una elucubración de colores y alas.
    No me extraña que no vuelva, en los sueños se vive mejor.
    Un abrazo.

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  2. En los sueños se vive mejor. Lo malo es que yo casi nunca los recuerdo :?
    Abrazo.

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  3. Una delicia, Diego. Yo también me quedo extasiada frente a las maravillas de la naturaleza, muy por encima de todo lo poco que sé. Besitos.

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