Mi reloj monoaguja

Hola, me he comprado un reloj monoaguja. Hace tiempo que tenía mono de comprármelo. Son caros. Pero vi uno en amazon a un precio razonable y ¡zaca!, lo compré. Ahora adorna mi muñeca. 

Un reloj monoaguja es eso, un reloj que solo tiene una aguja. Yo he llegado a él por evolución negativa, por desnudamiento psicológico, podríamos decir. Hace años me gustaban los relojes con muchas agujas. Llegué a tener uno que tenía siete: la horaria, la del minutero, la del segundero, la del cronómetro, la del día de la semana, la del mes y la del año. En varios tamaños y circulitos. Y alguna con funciones palante y patrás. 

―Mira― les decía a los caminantes despistados, poniéndoles el reloj frente a las narices―, tengo un reloj con siete agujas, algunas palante y patrás. 

Lo malo de los relojes multiagujas es el control del artilugio, el dominio de tantas posibilidades. Lo miras y parece que te has metido en una rotonda con múltiples salidas. No sabes muy bien dónde mirar. Demasiada aguja; parece un acerico desordenado. Y cuando quieres ver la hora, te pierdes entre tanta manecilla, tanto circulito, tanta amalgama de tictacs cruzados. Después de unos meses de utilizar semejante artefacto, me di cuenta de que aquel reloj se había convertido en el dueño absoluto de mis horas, mis minutos, mis segundos, mis días, mis años, mis meses, mis palantes y mis patrases. Lo miraba y me sentía preso, aturdido, organizado, dirigido. Aquello era la negación de la libertad. Total, que una tarde plof lo arrojé al estanque del Retiro. 

A partir de entonces fui comprando relojes cada vez con menos agujas. El siguiente solo tenía seis. No había aguja del año, ¿para qué quería yo saber si estábamos en 2003 o en 2138?. Esa supresión ya liberó algo mi angustia, mi dependencia, mi temor al "llegas tarde". Pero duró poco: acabó plof en el estanque. Luego compré otro que solo tenía cuatro agujas y al cabo de unos meses se me reprodujo la angustia, la ansiedad, el desasosiego, aquello seguía siendo demasiado control, me producía un sinvivir continuo. Plof. 

En mis sucesivos pelucos fui reduciendo agujas y agujas, hasta llegar al de sólo dos agujas: la horaria y la del minutero. Un clásico. A medida que reducía agujas notaba que se ampliaba mi horizonte de libertad, cada vez me sentía menos dependiente de Chronos, menos supeditado a él, respiraba mejor, estaba más sonriente, más vital. Este ya me duró más tiempo.

Pero. Plof.

Ahora, con mi reloj monoaguja he llegado a la liberación casi absoluta. La aguja recorre la esfera en 24 horas, de modo que nunca sabes la hora exacta: son las 9 y pico, las 5 menos algo, hay un margen maravilloso de error, una rendija por donde escaparse hacia un paisaje libre y luminoso que te sonríe del otro lado del tiempo establecido. Mi liberación total vendrá el día que compre un reloj sin aguja alguna, solo una esfera limpia, sin referencias ni amenazas, sin fronteras, con el que pueda siempre elegir mis dóndes y mis cuándos, mis quiénes y mis porqués, mis estes y mis oestes. Llegará. 

(Escrito el decimoquinto día de confinamiento obligado, ansiando que las agujas-barrotes de mi tiempo preso se vayan fundiendo poco a poco, hasta que no quede ninguna y vuelvan los días de los abrazos)


(Foto: mi peluco monoaguja)


Comentarios

  1. Solución rápida , sin esperar a Amazon. Manda el reloj a "esparragar".
    Seguro que conoces, igual que yo, a ese campesino que sabe la hora que es, solo con mirar al sol y la línea del horizonte.
    Y seguro que si supiese eso de "echar horas" a pagar, que no es el caso, no se le "despintaban" ni una.

    Un abrazo.

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  2. Me has recordado a mi reloj de sol al que quité la aguja hace años :) Así corren las horas a su antojo o al de las nubes, y yo tan tranquila .
    Abrazote y sonrisa para el minuto en que me leas

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  3. Ana María3/31/2020

    Diego, yo quiero uno! Qué reloj más chulo :)
    Recuerdo que por mi comunión me regalaron un reloj muy bonito, muy de señorita (señorita yo..) y lo estuve usando cuando tenía 10 años durante un tiempo, hasta que me di cuenta de que estaba continuamente mirando la hora y que así no se podía vivir; desde entonces el único que usé en otra época fue uno de bolsillo que debe estar en alguna caja guardado.

    Un abrazo desde Andalucía :)

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  4. Jajaja, Diego las musas te acompañan en tu encierro. Lo digo por el magnífico relato que nos has traído para nuestra consideración. Casi parece un tratado sobre relojes.
    Has hecho muy bien con liberarte de esos artefactos y tener por fin uno muy simple.
    Además, ahora y por bastante tiempo todavía no lo necesitas. Tienes todo el tiempo del mundo.
    Espero os encontréis bien tú y los tuyos.
    Un fuerte abrazo.

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  5. Vaya cuento sobre relojes! Nunca se me hubiera ocurrido semejante historia amigo Diego.
    Tal vez porque los relojes nunca me interesaron.
    Tuve alguno en cierta época, como todo el mundo, hasta que me cansé de ellos y los abandoné y ni recuerdo ya la cantidad de años que hace que no los uso.
    Tampoco cuando trabajaba, menos luego que dejé de hacerlo.

    En mi casa tengo dos bonitos relojes de pared y si necesito saber que hora es, pues...¡miro en ellos! Y la otra opción es ver en la computadora o el teléfono celular.

    Eso si estoy en casa y necesito saber por algún motivo en especial.
    Si no esoty en casa...(en tiempos sin virus) ¡que importa la hora! Seguro que ando por allí dsifrutando el momento.
    Es lo que importa:EL MOMENTO, más allá de horas, minutos y segundos.
    Y esto, Diego, no cambia aun en tiempos de confinamiento.

    Abrazo gigante y cuídate

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  6. Juan, te voy a hacer una miajica e caso, voy a mandar mi reloj a "esparragar", y voy a ir a ver en mi pueblo (cuando me liberen) a Jesús "el Sabina", que sabe muncho de eso de calcular la hora, maomeno, junando las jumas y el ensombrecío de las ramas de los albercoqueros.

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  7. Fram, un reloj de sol sin gnomon (acabo de buscar cómo se llama esa pieza que da la sombra en los relojes de sol, me parece preciosa) debe la quinta esencia de la independencia, del no-tiempo, de la no-hora, no solo de noche (que también) sino de día. Me lo apunto para cuando mande al estanque mi peluco actual.

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  8. Ana, eso te pasa por hacer la primera comunión. Espero que en la segunda pide que te regalen otra cosa :) De todos modos, búscalo en cualquiera de las mil cajas que tienes debajo de la cama :)

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  9. Tienes razón, Maripaz. Una de las pocas ventajas que tiene el confinamiento obligado es no tener que llevar reloj. No hay citas, el tiempo se detiene, las horas también están confinadas. Cuando nos liberen tendré que volver a recordar cómo se leía un reloj...
    Estamos bien, gracias y espero que tú también. Abrazo fuerte.

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  10. Lu, yo siempre digo que el hombre más libre del mundo mira su reloj al menos 10 veces cada día. Somos esclavos de la hora, aunque no la llevemos en la muñeca :) Estos días de confinamiento, como dices, realmente no hace falta saber a qué hora te despiertas, o almuerzas o cenas o te acuestas. Recuperamos nuestra olvidada naturaleza animal :) Espero que el corona ese llegue con poca virulencia hasta ese sur del sur donde vives. Y que no te agarre... :)
    Abrazo en la distancia.

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  11. paso la amarga resistenci por la tierra,
    Paso la risa falsa,el palpitar del dolor ajeno, paso fatalmente la esperanza la feliz coincidencia de una mano extendida, candida actitud del que ansia una dulce manera de enseñanza.
    Y en la sordida quietud de la media,
    Rebosando ese silencio de dsierto,
    Se rompieron en el cielo las estrellas, para crear de nuevo
    Otro universo.

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  12. Puf, Iota, tengo que leerte varias veces, tu poema es precioso pero difícil...
    No hay que ser pesimistas, yo creo que este Universo no es tan perverso. tiene sus cosicas buenas. Pero me gusta eso de que se rompan las estrellas para crear algo mejor.
    Un beso, Iota misteriosa.

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