El pino herido

 

Te encontré un día, casualmente, cuando trepaba por la ladera del monte de casi siempre. Tocón al aire mostrando tus desnudeces íntimas salpicadas de terrones resecos, tronco acostado sobre el suelo entre espinos negros, romeros y asfódelos... Parecías dormido. Me senté sobre tu tronco y lo acaricié. Estaba cálido, tu piel era suave, olías a resina, a aire. ¿Quién te derribó?. No podía ser la edad, se te veía vigoroso, tu piel estaba tersa, te besé y sabías a gazapillo. “¿Un rayo?” —pensé—. En aquellas tierras tan duras, cuando se forma un nublo en días de tormenta, el agua tan ansiada cae de forma violenta, acompañada de rayos y truenos que retumban en toda la cañada. He visto varios hermanos tuyos en la zona que han acabado fulminados así. 

En un externo de tu tronco tumbado, tus raíces tronchadas. En el otro, tu copa, o lo que quedaba de ella, vigorosa, retorcida en ramas nuevas que buscaban con ansiedad el cielo, la luz, el viento, el polen ajeno. Incluso alguna piña nueva me gritaba que seguías vivo. Jodido, pero vivo. Eres un luchador, un superviviente. 


Cuando ya me iba la vi: una herida desgajaba tu piel, cerca del tocón, dejando al descubierto, como un libro abierto, las páginas que habías ido escribiendo a lo largo de tu vida. Intenté leerlas, pero no entiendo el idioma de las resinas y los escolítidos, para mí no son más que garabatos. Pero la imaginación es libre: imaginé que hablabas de tu nacimiento, de tu sed, de tu hambre, de liebres cobijadas a tu sombra, de caberneras anidando en tus ramas, de tormentas, de calores insoportables, de colores azules y pardos, de nubes, de la sinfonía del aire en tus acículas, de olores a ozono y a juma, del Orión de invierno, de procesionarias, de aquel gato montés… 

Desde entonces, cada vez que voy por aquellos parajes me acerco a verte. Sé que te alegras cuando sientes mis pasos. Hasta oigo el crujío alegre de una de tus piñas al abrirse, dándome la bienvenida. Me siento en tu tronco. Te acaricio, te beso, te cuento mis cosas. Y leo en tu diario tus últimos renglones, siempre hay algo nuevo escrito, quizás ahora para mí, rezumando resina. 

Que nada ni nadie quiebre la única raíz que te une al suelo.

(Fotos: el pino herido y su diario)

Comentarios

  1. Te leí en mi madrugada y fue impactante, lograste que sintiera el dolor por ese pino, por sus recuerdos y sus raíces y ese hilo conductor de vida o agonía prolongada.
    Un beso, Diego

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    1. Yo creo que el hilo conductor es de vida. Si no, ya se habría dejado morir. Eso es lo que más me maravilla de él, sus ansias de seguir... (iba a escribir en pie) tumbado :) Besito, MdN.

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  2. "Que nada ni nadie quiebre la única raíz que te une al suelo."
    Diego... a veces no puedo leerte...

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    1. A ver si ahora puedes: "Que rien ni personne brise la seule racine qui t'attache au sol" :)
      Aparte de la broma, la historia puede ser una metáfora.
      Un beso, Fram.

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  3. He sentido el dolor del pino. También tu amor por la naturaleza en cada letra. Al pino aún le queda una raíz con la que asirse a la tierra. Y como tú lo visitas, seguro que logra sobrevivir.

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    1. Cabro, yo hago lo que puedo para que sobreviva. Pero no sé si ya está harto de mis visitas y lo que quiere es que lo deje en paz :)

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  4. Que hermoso relato, Diego... Y ese final se me ha anudado al alma.

    Amar a la Naturaleza debería ser innato como sentir dolor cuando algo de ella muere. O emocionarte contemplando un árbol que yace herido tratando de sobrevivir.

    Espero, Diego, que cuando el tronco se venza por el tiempo, ya haya arraigado una nueva vida a la sombra de su tocón y qué su última linea en su libro sea "conseguido"
    No recuerdo dónde lei que si un árbol muere, planta otro en su lugar...
    Un abrazo,

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    1. Tesa, hay seres luchadores que nunca se dejan vencer por duras que sean sus circunstancias actuales. Son supervivientes natos aunque ahora hayan perdido su esplendor de antaño.

      El autor de la frase "si un árbol muere, planta otro en su lugar" fue el genial Carlos Lineo, naturalista sueco que dio nombre y apellido a multitud de plantas (taxonomía). Yo ya he cumplido de sobra su deseo, he plantado muchos más árboles de los que he visto morir :)

      Abrazazo, Tesa.

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  5. Hay un poco de tristeza en lo que describes tan bien, pero en el fondo un pino muerto no ha muerto del todo, forma parte de un enorme organismo vivo que es el bosque. En sus restos crecerán insectos que descompondrán la corteza que alimentará el suelo. En los huecos se refugiarán animales....

    La naturaleza es un círculo en el que todos tenemos un hueco...

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