Diana
Una guitarra que ya no suena, un sonido olvidado de bordón grave, creyéndose la de Hank Marvin, dormida. Su silueta de mujer con nombre inventado. Acariciada como si su nombre fuera real, no imaginado. Demasiado acariciada. Demasiado imaginado.
Un escenario de losas grises, sin adornos, sin focos. Dos micrófonos. Los viejos amplificadores.
Los nervios. La púa que a veces se cae de la mano. Insegura. O de la boca. También insegura.
The young ones y be bop a lula que calientan algo al personal.
Alguna disonancia, un cruce, una cuerda que desafina, la voz de Charly pegada al micro, que suena mal, malditos acoples.
La serenidad de Xema, moviendo los dedos seguros por las cuatro cuerdas retumbantes del bajo.
Las miradas a las baquetas, que agita Maco, para no perder el compás en los laberintos caprichosos del eco espiral del aula del Colegio Mayor.
El eco. El aula. La cristalera del fondo.
Un rostro de mujer joven en la segunda fila. Su sonrisa. Un asiento vacío detrás de ella.
El aplauso, excesivo, hay mucho amiguete en la sala.
Los ensayos nocturnos en la buhardilla de Lucas, botellas de ginebra por el suelo medio vacías, y de coca cola medio llenas. Las croquetas de su abuela.
Los veinte años. Irrepetibles. Invencibles.
...hoy he vuelto a recordar con nostalgia el inicio de aquel camino tan luminoso, que al final no fue.
Como tantos caminos iniciados y que al final no son.
Una reflexión muy compartida ... me instalo en ella siempre que el seso me aviva el alma.
ResponderEliminarAquellos veinte ... invencibles, ahí quedaron y ahí están.
Por desgracia, Enrique, aquí fallan las matemáticas: 60 no es igual a 20 + 20 + 20. :)
EliminarPensaré en ello antes de convencer a mis nietos.
EliminarY pensar qué hay quienes las estrellan contra el suelo...
ResponderEliminarNunca lo podré entender, aunque creo que tiene mucho que ver con el marketing ("vamos a ver al tío ese que rompe su guitarra al final del concierto") Yo conservo la mía de siempre, en su estuche, y la saco de vez en cuando con mucha añoranza (pero ya no sonamos igual, ni ella ni yo)
EliminarBella, muy bella, historia
ResponderEliminar¡Me encantó Diego!
Ese aire nostálgico tan bien contado...un placer leer esta "crónica del recuerdo" amigo querido.
Abrazo yendo
Abrazo llegando en fa menor y devuelto amplificado, Lu :)
Eliminar¡Ay! Diego, que manera más bella de evocar los veinte...
ResponderEliminarMe he perdido por los recovecos de tus recuerdos que he hecho míos.
Que nos quiten lo bailao...
Y mira que yo fui muy bailarina.
Eso si, me hubiera gustado aprender a tocar la guitarra, pero no hubo manera de tomármelo en serio.
Me gusta mucho cuando te sale tu vena poética y la plasmas en tu bellísima prosa.
Un abrazo querido Diego.
Maripaz, ya te vi bailando en una de tus entradas. Bailona a tope :)
EliminarMi guitarra fue una maravillosa compañera. Y los sigue siendo, aún anda por ahí durmiendo en su funda.
Abrazo, Maripaz.
Diego, qué precioso texto :)
ResponderEliminarEsos conciertos debieron ser sublimes; los 20 acompañados de la música, y de esa manera en que uno tiene una banda, creo que debe ser una de las mejores formas de vivir la juventud.
A mí los 20 aún me quedan un poco cerca, o eso quiero creer a pesar de que he doblado ya esa edad, pero desde luego me hubiese encantado vivirlos con ese tipo de experiencias :)
Por cierto, yo a mi guitarra no le puse nunca un nombre, aunque es especial porque es una guitarra flamenca y sus formas son mas redondeadas :D
Besos ;)
Ana, tú tienes de quién heredar tu amor por la guitarra. No dejes nunca de "templarla" :)
EliminarBeso con "quejío" :D
Nostálgicos y bellos tus veintes ... Los míos estuvieron colmados de abrumadoras responsabilidades
ResponderEliminarBeso
MdeN, seguro que tus veintes abrumados contribuyeron a que hoy seas la mujer madura, sensible e inteligente que reflejas en tus escritos.
EliminarBeso.
todos los caminos empiezan llenos de luz, con el tiempo o llevamos nosotros la luz o nos devora la oscuridad....
ResponderEliminarme ha gustado la historia...
Hola, Beauséant. En mi caso se apagaron caminos oscuros pero surgieron otros llenos de luz y claridad. Como diría el cómico, "las gallinas que entran por las que salen" :)
EliminarYo también dejé atrás un camino vital de música. Por no habérmelo creído, supongo. El pragmatismo mata estas opciones. Pero vamos, que alguien tiene que dedicarse a lo que no sea el arte.
ResponderEliminarMaléfica, ¿te conozco bacalao aunque vengas disfrazao? :D
EliminarOh, que nostalgia tan bella, Diego.
ResponderEliminarHe vivido rodeada de guitarras, de música, y sigo rodeada de ellas cuando voy a casa de mis hijos, guitarra española, acústica, bajo, hasta hay un banjo... Además de teclados...Buenas voces... Todos tienen mucho oído y Arte, hasta mis nietas.
...Pero nunca se me dio bien tocar ningún instrumento, y mira que lo intenté, me falta cordinación, por eso en la Tuna de mi colegio, "Las Perlas del Mediterráneo" fui la pandereta, la animadora y también cantaba, claro porque eso sí se me da genial.
No dejes de tocar, Diego, que las guitarras necesitan mimos para seguir sonando bien...y además parece que las manos cuando se mueven por sus cuerdas se concectan directamente con el corazón y lo ponen a ritmo.
Un abrazo,