El pintor de escarabajos

 


Curculio vivía en un pueblo pequeño. Pintaba escarabajos. Sólo escarabajos. Cada mañana agarraba sus arreos de pintor y salía al campo en busca de coleópteros. Los escarabajos abundan, son fáciles de encontrar: por el suelo, en las hojas, sobre los troncos de los árboles, bajo una piedra. Cuando veía alguno, colocaba el caballete, el bastidor, sacaba sus pinceles, la paleta, las pinturas y comenzaba la faena. 

—¿Por qué pintas escarabajos?— le preguntó una tarde un cura que pasaba por el camino, rezando sus cosas.
—Para mí son la esencia de la belleza— le respondió Curculio. —Me enamoran, poseen la simetría perfecta, son armónicos, limpios, iridiscentes, elegantes, no chillan, no ladran, no agreden. 
—Ah— contestó el cura. Y continuó su camino, musitando sus oras y sus pronobis. 

Al principio, los escarabajos huían de Curculio al verlo aparecer por la loma, pero poco a poco se fueron acostumbrando a su presencia, y acabaron acudiendo en masa cuando lo veían con sus pertrechos, prestándose encantados a ser retratados. Para facilitar la labor de Curculio mostraban con orgullo sus élitros, sus clípeos, sus labros, sus genas. Cambiaban de posición, como el mejor modelo, para que quedaran en evidencia, sin el menor pudor, sus partes más íntimas como la lacinia, los palpos, el vértex, las glosas y paraglosas, las gáleas. Al final de la jornada, cuando Curculio recogía los cachivaches hasta el día siguiente, lo miraban tiernamente con sus ocelos multifacéticos. Poco a poco se iban encariñando con el bueno de Curculio. 

Con los años, Curculio pintó centenares de cuadros de múltiples especies de coleópteros. Había pintado sílfidos, estafilínidos, bupréstidos, lucánidos, geotrúpidos —sus favoritos—, elatéridos, anóbidos, tenebriónidos, meloideos, coccinélidos, cerambícidos e incluso crisomélidos y curculiónidos. 

Pero no conseguía vender ningún cuadro. ¿Quién colgaría, por ejemplo, la pintura de un espléndido Cryptorhynchidius lapathi sobre el cabecero de la cama de su dormitorio, o en el salón?. Nadie, las tendencias, las modas van por otros derroteros. 

Murió pobre, como había vivido. A su entierro sólo asistió el cura, el enterrador y los mil cuatrocientos treintaiocho escarabajos que había pintado durante su vida feliz. 

Pero no está solo en el cementerio. Sobre su tumba sin nombre, nunca falta un pétalo fresco de jara, o de tomillo, o de albaricoquero, o un brote de ciruelo, o una ramilla de atarfe, o de espino, o una acícula de pino, o un mordisquito de corteza, o una semillita de espliego, o unas piedrecitas diminutas, homenaje de unos bichejos que le estarán por siempre agradecidos al pintor de escarabajos. 

¿Y el cura? Arrambló con todos los cuadros, los ordenó como pudo en la sacristía y creó allí el “Museo del Escarabajo”. No cobra mucho por visitarlo —un euro la entrada general, niños y jubilados gratis—, pero sí lo suficiente como para mantener sus pequeñas distracciones ocultas (licor, tabaco y talegos), que no todo va a ser bendecir y dar sermones.


Comentarios

  1. ... y que tengas enemigos virtuales e imbéciles, siendo capaz de escribir esta maravilla.
    La verdad, no lo entiendo.
    Un abrazo, amigo. Te sigo leyendo, que siempre es bueno aprender.

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    1. Gracias, Juan Luis. Yo también te leo y yo sí que aprendo de ti :)
      Con relación a mi enemiga virtual, parece que el furor va remitiendo. Me produce lástima, en sus comentarios ofensivos (que no sólo me dirige a mí) refleja una profunda infelicidad.
      Un abrazo fuerte, Juan. Seguimos en contacto :)

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  2. Ayyy me dan penita Curculio. Aunque tal vez él haya sido feliz con su arte y sus amigos tan peculiares.
    El que debe estar feliz con el "curro" que ha montado es ese non sancto servidor del Señor. (Esta parte de la historia me parece quasi real, salvando el tipo de negocio montado) :):)

    Original relato amigo! Y muy bien contado, por cierto.
    Fuerte abrazo yendo

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    1. Curculio fue feliz. E hizo feliz al mundo escarabajil.
      Al cura también le dio felicidad (no dejaba de ser una especie de escarabajo con su sotana negra :)
      Abrazo recibido, ampliado y devuelto :)
      ¡Y pásalo bien este mes de ausencia bloguera!

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  3. Pues, aunque parezca una vida pequeña, el pintor ya hizo más que muchos y seguro será recordado durante más tiempo...

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    1. Igual le llega la fama después de muerto, como a Van Gogh. Y se lo acaba considerando como el creador de un nuevo estilo: el "escarabajismo" :)

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  4. No cabe duda de que Curculio fue una persona a la que habría valido la pena conocer. Pintar flores y mariposas está muy visto. Prefiero los escarabajos, criaturas kafkianas en forma y fondo. Del cura no me acabo de fiar; presiento que tiene las mismas artes que el Padre Cubata o el Padre Esperancejo.

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    1. Creo que Curculio y tú habríais hecho buenas migas, Cabro. Y con el cura también, tiene un toque simpático como el Padre Cubata y el Padre Esperancejo :)

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  5. Cun singular relato, Diego. Escribes muy bien, cuida la tumba de Curculio y síguele regalando a los grandes desconocidos un relato tan especial como este.
    Feliz domingo.

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    1. Gracias, amigo Enrique. Los escarabajos y los comentarios de los que os asomáis por aquí me animan a seguir pariendo chorradas :)
      Feliz lo que queda de domingo, aunque nos hayan robado una hora de disfrute.

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  6. Hola, Diego, una delicia de relato, qué dominio de las partes a la vista y ocultas de este hermoso bichejo. Una pasada.

    Me conmueven los artistas que eligen un sólo tema para su Arte, porque eso demuestra mucha pasión y especialización, y me encantaría haber asistido a ese peculiar entierro con tantos escarabajos de cortejo, porque pienso como el narrador y como Curculio, son bellos, armoniosos, límpios, elegantes, no agreden, no chillan ni muerden. Perfectos.

    Qué monada de viñeta, Diego.

    Un abrazo grande, Diego

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    1. Querida Tesa, a mí es que los escarabajos me ponen, sobre todo cuando me enseñan, velado, entre tariro y tariro, su vértex :)
      Prometo invitarte la próxima vez que enterremos a Curculio. Tu presencia seguro que hace felices a los escarabajos asistentes, los harás reír con tus ocurrencias :)
      ¿Puedo besarte? Pues eso, un beso con gruñidito :D

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  7. Y la fama llegó después de muerto, pero también las continuas muestras de afecto que recibe. El cura cobra, pero más que eso, no dejo arrumbadas las pinturas, hay que darle crédito por eso.
    Los nombres toda una odisea

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    1. Le daremos todo el crédito al cura, efectivamente.
      Los nombres de los escarabajos...¿no encuentras que tienen cierta poesía, Maia, todos tan esdrújulos? :)

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  8. Si es que de todo saca tajada esta curatela.... y eso que son gente de bien , dicen.
    Amén patas arriba.
    Abrazo, Diego.

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    1. Zarzamora, desde que a los curas les quitaron aquella subvención (que ellos mismos habían creado) de "dar diezmos y primicias a la iglesia de Dios", tienen que hacer sus chanchulletes para ir tirando con sus pequeños vicios.
      Un abrazo, Mûrier sauvage :)

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  9. Madre mía, Diego, menuda clase de entomología, que nos has dado...
    Creo se llama así. Me lo chivado el señor Google.
    Eres un erudito en el arte de describir la flora y la fauna. Lo que se suele llamar, un hombre atado a la tierra.
    El señor cura, muy espabilado...jejeje.
    La pela, es la pela...
    Abrazos, Diego.

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    1. Maripaz, los escarabajos tienen su corazoncito y les gusta que los llamen por su nombre de pila :)
      Un abracete, cronista.

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