Didacus, el primer hombre del tiempo (1)


Didacus Cumulus Nimbus Verticalis nació en Eliocroca, el mismo día que nació Nerón (15 de diciembre del año 37). Fue agricultor. Se dedicaba al cultivo de atocha, panizo, zurullicos y alcanciles. Y en un cornejal de su media tahúlla de tierra tenía unos abercoqueros y alguna noguera. 

Eliocroca (hoy Lorca, Región de Murcia) siempre fue una zona climáticamente rebelde, cabronaza. Allí alternaban prolongados períodos de sequía y calores insoportables con episodios de aguaceros tormentosos acompañados de granizadas que destrozaban todas las cosechas. 

Didacus Cumulus Nimbus Verticalis, hombre ingenioso e inquieto, harto de perder su cosecha un año sí y otro casi, fabricó un artilugio para prever, aunque sólo fuera con unas semanas de antelación, el tiempo que iba a hacer. Así podría anticipar si sembrar o no sembrar, si majencar o no majencar, si canear o no canear. El “Homo predictoris” (así denominó al artilugio) consistía en esencia en un hombrecillo —lo fabricó con unos terrones resecos mezclados con un poquico de agua de la cieca y unos sapirujos—, que introdujo en un viejo reloj de arena, fuera de uso, que perteneció a su abuela Otacilia. 

Colocaba el “Homo predictoris” en el poyo, a la vera de la puerta del cortijo, y observaba el comportamiento del homúnculo. Este se debatía desesperado en el bulbo superior del reloj, intentando no resbalar al bulbo inferior, al tiempo que se iba deshaciendo en sus componentes elementales al pasar por el estrechamiento, como consecuencia de la inexorable ley de la gravedad. 

Didacus Cumulus Nimbus Verticalis anotaba entonces sus conclusiones en un pergamino no reciclable, en función del tamaño y consistencia de los detritus —Didacus, aficionado a denominar cosas, los denominó “cagarrius ratio”— que caían al bulbo inferior: 

Tamaño fino = tiempo sin incidencias. 
Tamaño medio = tiempo impredecible, ni fu ni fa. 
Tamaño grande seco = ojo, sequía inminente. 
Tamaño grande y mojado = ojo, tormenta con granizo.

Queda por decir que el homúnculo se recomponía pasadas unas pocas horas desde su transmutación, de modo que volvía a aparecer reencarnado en el bulbo inferior del reloj de arena, dispuesto hasta el siguiente pronóstico. 

Su éxito fue clamoroso. El “Homo predictoris” funcionaba a las mil maravillas y Didacus Cumulus Nimbus Verticalis comenzó a sembrar sus tierras sobre seguro, garantizando siempre el rendimiento de sus plantaciones. Sus vecinos agricultores, semi arruinados, poco a poco se fueron convenciendo de la utilidad del engendro y comenzaron a pedirle a Didacus ejemplares de su invento. 

Para satisfacer la demanda, Didacus Cumulus Nimbus Verticalis abandonó el cultivo de sus tierras —sabia decisión, la agricultura da para poco— y se dedicó con exclusividad a fabricar y vender duplicados del “Homo predictoris”. Empezó a acumular denarios en sus ánforas y se convirtió en uno de los hombres más ricos de la región. 

(continuará) 

(El fotomontaje que acompaña a este relato ha sido realizado por Tesa Medina, la autora del Blog “El almacén de los días perdidos”. Tesa, tomando retazos de alguna foto y dibujo míos de aquí y de allá, aderezados con otros elementos y su ingenio, habilidad, sentido del humor, arte y estética, ha creado este puzle genial. Muchas gracias, querida Tesa)

Imagen del "Homo predictoris"

Comentarios

  1. ¡Hostia y joder, Diego! Esto es una historia muy potente. Los nombres me han cautivado.

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    1. Cabro, los nombres que te cautivan tienen una clara influencia cabronidiana :))
      A ver cómo remato ahora la faena...

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  2. ¡Un genio ese hombre de nombre largo y difícil! (Tal vez hoy podría se ministro de economía pues ha sido muy hábil con el negocio).
    Quizás esos aparetejos que cambian de color anunciando el clima -una especie de pronóstico casero- devengan del "Homo predictoris"
    ¡Admirable imaginación la tuya! Muy divertida historia nos dejas una vez más.
    Fuerte abrazo y ya voy poniéndome en ritmo luego de mi viaje.

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    1. Lu, no creo que conozcáis en Argentina a nuestro Mariano Medina, que se lleva el honor de haber sido el primer hombre del tiempo, cuando la telele aún se emitía en blanco y negro. Sin embargo, yo sé que tal distinción pertenece sin duda a Didacus Cumulus Nimbus Verticalis. Algún día la historia le hará justicia :))
      Abrazazo, Lu.

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  3. P/D Olvidé decir que ni hablar del estupendo fotomontaje de nuestra creativa amiga Tesa. Y que espero la segunda parte...a pesar de que me parece que has cerrado muy bien el cuento.

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  4. Me ha encantado la historia y su envoltorio.. qué bueno :)

    El ser humano siempre avanza haciendo sufrir a alguna criatura que no tiene la culpa de nada, ¿verdad?

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    1. Gracias, Beauséant.
      Verdad, el ser humano progresa pisoteando a los demás :))

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  5. Hola
    Buen inicio, me daré el tiempo de leer la trilogía
    saludos

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  6. Me parto, qué buena historia, Diego, de momento sólo he leído la primera parte con curiosidad y una amplia sonrisa, esto promete, muy potente la historia de ese atractivo hombre del tiempo con su invento.
    Me da penita el homúnculo, Diego.
    Un abrazo grande

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    1. Tesa, tú eres la inspiradora de esta historia. Ya me dirás qué te parece :)
      Abrazazo.

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  7. Anda que no da de sí una buena cagarratio, eh?
    Sonrío.
    Besos, artistas!

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