Distancias

Una llamada inquietante, aunque esperada. El motor arranca, nervioso. En el retrovisor, dos cipreses quedan atrás, uno ya más símbolo que ciprés. Conduzco tranquilo, me acerco a ti, a tu hoy, ahora incógnita. En el loro del cecuatro música de los ochenta noventa mientras en mi mente se cuelan ecos, “la otra noche fui de fiesta en casa’e julia” y tantas canciones que interpretabas con ese gracejo tan tuyo. Se agolpan los recuerdos… el zoco chico, el bakalito, jadush, la calle fez, tan lejanos; luego otra ciudad, una casa musical, guitarras, bandurrias, un laúd dispuestos para ser acariciados. Tantos momentos compartidos, con el aderezo constante de tu humor, tan nuestro. 

Ronronea el motor, la distancia se acorta y no dejo de pensar en ti. Sonrío, contigo es imposible el llanto, las únicas lágrimas las derrama la lluvia que golpetea con insistencia el parabrisas. 

Y pasan los kilómetros, ya falta poco; la lluvia arrecia, la noche se espesa, apenas perforada por la luz de unos faros que buscan tu horizonte, tan difuso hoy que se diluye en un reflejo diferente.

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