El político honrado

Procopio llevaba tiempo bajo sospecha. Era investigado, espiado, observado por los medios mediáticos y la caterva de políticos corruptos del país. La presión sobre él se hacía cada vez más insoportable, las pruebas más evidentes, el cerco más estrecho. Las investigaciones, las evidencias lo acusaban sin lugar a dudas: se trataba de un político honrado, un pésimo ejemplo para el resto de políticos corrompidos del país. Temiendo que lo detuvieran, Procopio huyó al monte. No podía fugarse al extranjero pues su foto ya estaba en cada aeropuerto, en cada puerto, en cada puesto fronterizo con el rótulo “WANTED” bajo su rostro. 

En el bosque, Procopio eligió una encina añosa y se encaramó a una rama alta (como el Cosimo de Calvino), donde se ocultó. Pensaba aguardar allí hasta que capeara el temporal. Pero su prevención fue inútil: alguien lo había seguido, y pronto vio asomar por la loma cercana una marabunta maloliente de políticos corruptos que se acercaba, tenaz y ruidosa. Llegaron al pie del árbol. Empezaron a vociferar indignados, lo insultaban, lo amenazaban levantando sus puños al aire, exigiéndole aceptar las comisiones, las mordidas, los chalets, los pisos, los coches, las cuentas en bancos suizos, los pagos en negro que le ofreciesen. Procopio los miraba aterrorizado, como mira el leopardo a las hienas que se arremolinan con miradas y gritos estridentes al pie del árbol al que se ha encaramado, indefenso. 

Al final, impotente para doblegarlo, la caterva corrupta se marchó, no sin antes amenazarlo con crear comisiones de investigación, auditorías externas, internas e intermedias, exigiendo su dimisión inmediata y gritando frases como “¡no nos va a temblar el pulso!” y “¡llegaremos hasta las últimas consecuencias!” 

Y ahí sigue Procopio, encaramado a la rama de la honradez e incapaz de descender del árbol por miedo a acabar ahogado en la capa de mierda que nos inunda. 

(Foto: la encina a la que probablemente se subió Procopio)

Este relato, algo retocado, lo publiqué hace diez años en mi primer blog "La cueva de Mayrena". Me ha apetecido reproducirlo hoy.