Manolo
Manolo se ha jubilado. Llevaba una temporada algo remiso en su trabajo, sin atenderlo con el entusiasmo y la dedicación que siempre le brindó, sin continuidad, sin concentración, ramplón; abandonándolo a menudo a mitad de la faena. Con ganas pero sin espíritu. Y ha decidido que hasta aquí hemos llegado.
A mí, que he sido su jefe durante toda su vida laboral, me ha fastidiado su decisión, para qué voy a negarlo. Pensaba que aún podía realizar trabajillos eventuales, alguna chapuza por aquí, otra por allá, pero se ha cerrado en banda, que no y que no, y no me cabe otra que respetar su voluntad.
Tengo que reconocer que ha sido un trabajador ejemplar; enamorado, además, de su trabajo. Siempre obediente a mis requerimientos, sin horarios, sin mirar calendarios ni lugares, rituales o caprichos del jefe (yo), con una dedicación y entrega absolutas. Siempre con una sonrisa, sin protestar jamás, pese a las prestaciones —algunas veces inhumanas— demandadas por el tirano (yo), sin exigir jamás compensaciones por las horas trabajadas fuera de la jornada laboral, sin dirigir cartas reivindicativas a sindicatos o comités de empresa. Sin protestar tampoco cuando, en épocas de penuria o ausencia de trabajo, se limitaba a mirarme con insistencia urgente, como rogando que terminase pronto el período de tránsito para que le asignase (yo) nuevas tareas, nuevos horizontes, nuevas fronteras, y así poder mantener su optimismo, su buena forma física y mental.
No te voy a dejar solo después de haberte explotado durante tantos años, Manolo. Ahora que tu rendimiento laboral ha desaparecido, ahora que estás de brazos caídos, no puedo abandonarte; sería injusto por mi parte, tengo mucho que agradecerte. Me redimiré llevándote conmigo donde quiera que yo vaya. Uniremos nuestros destinos hasta el final, tendrás una vida plácida, relajada, y prometo hablarte, a menudo y abonico, de los paisajes donde desarrollaste tu trabajo, paisajes que tanto amaste y de los que sin duda guardas un gratísimo recuerdo.
(Foto: paisaje umbilical y letras)
Tengo una duda: ¿ese Manolo, es persona o animal?
ResponderEliminarSi la contestación es la primera, debo decir que es una "rara avis". Me inclino por la segunda y seguro que fue un digno acompañante que bien merece el recuerdo de los paisajes que vivió.
Un abrazo.
Juan, no sé si ese Manolo es persona o animal, habría que preguntarle al narrador :) Aunque yo tengo mi opinión :) A mí la historia me ha recordado a un cuento de Cortázar, "Después del almuerzo", en el que un niño saca a pasear a "algo" que no se sabe muy bien de qué o quién se trata.
EliminarUn abrazo, Juan.
Manolo era el esclavo perfecto. Lo que me extraña que no se haya reenganchado.:)
ResponderEliminarLo intenta, Cabro, lo intenta con tesón... pero no lo consigue :)
EliminarEntiendo que Manolo no sabe ni lo que es el uno de Mayo ni reivindicaciones de ningún tipo. Y que aún así es feliz. Eso me hace pensar sobre dónde está la verdadera felicidad. Aunque yo no podría ser ni medio aspirante a Manolo. A la que me piden que haga algo sin un "por favor" ya me estoy poniendo nervioso.
ResponderEliminarPero ya se ve que Manolo tiene un alma muy noble, nada humana.
Tienes razón, Sergio, Manolo no parece humano. Aunque no sé yo… en el relato no se habla de salarios, quizás Manolo cobraba un sueldazo que le daba para muchas noblezas, muchas sumisiones y muchos “sí, bwana” 😊
EliminarMe recuerda a Gurrumino, duerme plácidamente y solo hablarle con cariño y emoción y salta a mus brazos y empieza el juego. Aunque estoy segura que el jefe, el que manda es él.
ResponderEliminarAlgún parecido tienen, sí... Maia, cuídalo, mímalo, no le pidas cosas imposibles, no sea que Gurrumino se acabe jubilando y deje de producirte tantas satisfacciones 😊. Un beso.
EliminarIota.
ResponderEliminarUna sospecha obsesiva me persigue mientras releo a Manolo que aunque algo misterioso forma parte inseparable de ti
Inseparable de ti ?
No sera que Manolo nacio contigo? Que ha estado toda una vida acompañando tus busquedas y dificiles escaladas con energia irrompible ? Quizas para Manolo han pasado ya mucho años y le empiezan a pesar. Sospecho que lo has guardado en un armario , mientras continuas tu vida a otro ritmo.... Manolo esta seguro yo se guardar un secreto..
Bess Diego . Querido caminante
Me gusta tu interpretación, Iota. Quizás Manolo y el narrador son gemelos, o mellizos, o incluso siameses. O partículas cuánticas complementarias😊 En cualquier caso, son inseparables. Shhh… sigamos guardando el secreto 😊
EliminarY sigamos también caminando, Iota. Un besito.
Hola Diego
ResponderEliminarConfieso que ando algo perdida con tu historia esta vez
Es que no puedo creer que ese tal Manolo haya sido -o sea- tan servil.
Ya sabes, creo, siempre he sido una mujer de luchar por derechos y reivindicaciones laborales -entre otras-.
¿O es que te contaron de algún argentino que votó a Milei? Bueno...en ese caso, creo que en mi país en este momento hay miles de "Manolos"
Aún así creo que la mayoría no lo hacen de voluntariosos y serviles nomás, sino pa no perder el único laburo posible.
Abrazo y disculpa que ando "floja de entendederas"
Lu, no me extraña que andes algo perdida con esta historia. Yo tampoco la entiendo muy bien, y eso que la he escrito 😊Habrá que preguntarle a Manolo, si lo encontramos por algún lugar 😊Y, como dices, es cierto que hay muchos currantes que se convierten en serviles para no perder su laburo (preciosa palabra)
Eliminar(Tú nunca andas floja de entendederas)
Un abrazazo, Lu.
Me recordaste la cinta El Buen patrón... Manolo lo conoce bien y él lo seguirá exprimiendo hasta el final. Como la vida misma.
ResponderEliminarAbrazote, diego.
¿Hay patrones buenos? :)
EliminarComo la vida misma, tú lo has dicho, Zarza.
Por cierto, cuidarme a perrete, se me queja en los ws que me envía desde la nave :)
Abrazote gordo, Zarza.
Supongo que Manolo es de esa especie que ya no existe o está a punto de extinguirse... Ningún ser vivo debe ser tan servil y además tener ese servilismo como patrimonio...
ResponderEliminarAbrazo. (Gracias por comentar en mi blog).
No creas, Clarisa, aún se ven tipos (o animales, o cosas) tan serviles como Manolo y sin gozar de algunos privilegios que Manolo tiene :)
EliminarUn abrazo.
Hola!
ResponderEliminarNo sé el oficio de Manolo pero me da la impresión de que el jefe se ha enamorado de él y no quiere ni pensar en vivir sin su presencia, a pesar de no disfrutar de sus requerimientos.
La foto me hace pensar que lo mismo ese Manolo lo mismo era antes Manoli.. O es el embligo del jefe, que en realidad es una jefa camuflada cuyo secreto sólo conoce Manolo :)
Besos Diego :)
Pues esa puede ser otra interpretación, Ana. “El amor es ciego”, como dijo Nosequién una noche que decía cosas :)
EliminarLo que te aseguro es que ese ombligo y sus piercings son de una mujer, que quizás tenga que ver con el relato (o no)
Un beso, Ana.
Manolo el fiel. No cabe duda de que de que es lógico premiar esa fidelidad uniendo vuestros destinos hasta el final.
ResponderEliminarLa fidelidad absoluta es peor que ka infidelidad.
EliminarUn abrazo, Maripaz.
Diego, un relato que da para muchas interpretaciones.
ResponderEliminarSalu2.
Efectivamente, tocayo. Yo tengo mi propia interpretación :)
EliminarUn trabajador ejemplar; enamorado, además, de su trabajo.
ResponderEliminarUno se enamota del culo pero jamás se enamora del trabajo diario
Viejo que mal scribes me lo habian contado pero no lo creí
Scribo así para qué contestes. Dedica tu tiempo a algo que realmente hagas bien . Porque tus escritos son como tu alma
EliminarTe contesto:
Eliminar¿Te da envidia el ombligo de mi novia, eh? Lo entiendo, beginthebegin, tú ni siquiera tienes ombligo, naciste de una bosta.
Abur (de aburrimiento, aburres más que las ovejas)
Salu2. a la mujer con la cual tienes una relación hoy.
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