Escribo, desde hace años, en cuadernos. Son como diarios intermitentes, no sometidos a la dictadura de un calendario fijo. Kilómetros de ríos de tinta con sus meandros, sus playas arenosas o pedregosas, sus zonas de rápidos, de torrenteras, sus cascadas, sus afluentes.
Escribo siempre utilizando una pluma estilográfica (tengo que buscar luego por qué se la denomina “estilo-gráfica”, me parece un nombre pretencioso), desde aquella lamy que me regaló begui, que aún conservo (a begui no, nos despedimos en alguno de aquellos meandros líquidos). Es un placer ver cómo se adapta a mis dedos (la pluma), dejándose acariciar, cómo obedece a los movimientos aún precisos de mi mano, cómo va dejando sobre el papel blanco, convertidos en caudal azul, los impulsos eléctricos que le transmite mi desgastado cerebro. Escritura recta, o itálica, alimento para grafólogos intérpretes de personalidades. Pequeños orgasmos de tinta entre circunvoluciones.
Hoy he abierto uno cualquiera de esos cuadernos. ¿Qué he encontrado? Un poco de todo, un todo de poco. Hay números de teléfono hoy imposibles de identificar, y que sin duda fueron importantes aquel día. Hay anotaciones tomadas a vuela pluma, ideas que luego se transformarían (o no) en textos desarrollados. Hay frases inconexas, incomprensibles, redactadas para que nadie las pudiera descifrar, tan ocultas que ni yo soy capaz de descifrarlas ahora. Hay horarios de aviones, de trenes, direcciones de hotel que algún día sirvieron para planificar un viaje ilusionado. Hay dibujos, muchos dibujos que luego se transformarían (o no) en viñetas. Hay planos esquemáticos de sitios, de lugares, con sus coordenadas, para posibles caminatas a pie o en bicicleta. Hay cálculos matemáticos y astronómicos de todo tipo, algún día tendré que hablar de mis elucubraciones matemáticas, no tan inútiles como aparentan.
Pero lo que más abunda en mis cuadernos son notas tomadas de las novelas que voy leyendo. Mi memoria no es como para tirar cohetes, nunca lo fue. Cuando leo una novela, necesito ir anotando quién es quién, circunstancias que ocurren, lugares, alguna frase que me llama la atención etc., para no perderme cuando retomo la lectura al día siguiente. Además, este ejercicio me sirve para no perder agilidad al escribir a mano, facultad que, por desgracia, el hombre va perdiendo paulatinamente al sustituir la lamy, o el bic o el staedtler por una inexpresiva y sosa tecla.
No me preocupa el futuro de mis cuadernos. De momento ocupan un espacio en mi librería. Quizás en el futuro alguien los lea y, diciendo ”cosas del abuelo”, los arroje al fuego purificador, o al contenedor de papelotes. Espero que, al menos, antes les quite el alambrillo espiral del dorso, por aquello de hacer el reciclaje conforme a las normas establecidas.
Mis cuadernos. Ninguno vacío.
Yo puede que no tuviera tantos como tú, diego. Pero tenía y los tiré un día que estaba ebrio. Y lo peor es que no recuerdo por qué.
ResponderEliminar:)) Yo confío en que esa labor destructiva la ejecuten mis nietos, ebrios o no. Pero no te preocupes, Cabro, siempre quedarán, adheridos al espacio cibernético, tus escritos esquizofrénicos :))
EliminarYo también tengo cuadernos y hasta hojas sueltas por ahí. Y en muchos también hay teléfonos y frases ilegibles(y otras legibles pero que no sé por qué me llamaron la atención porque a mi yo actual no le dicen nada). Tú por si acaso cuida esos cuadernos. A lo mejor algún día se exponen en un museo como los originales de Kafka o los de Hemigway.
ResponderEliminarSergio, le diré a mis nietos que no quemen los cuadernos, por si me hago famoso "post mortem" y pueden hacerse millonarios vendiendo o publicando "los papeles de mi abuelo" :)
EliminarCurioso, coincidimos casi punto por punto, no me extraña que cierto personaje de los blogs dijese que erñámos la misma persona.
ResponderEliminarAcumulo cuadernos, en mi caso moleskines, con anotaciones de todo tipo, trabajo, cuentas, tareas y las cosas que escribo. Y las escribo con pluma, una parker y una faber castell que relleno con tintas de esas de tintero.. Encuentro un placer especial en deslizar la pluma sobre el papel. Lo que escribes, aunque sea una tontería, parece importante, cuando usas una pluma ¿verdad?
Curioso, sí, Beauséant. Ya somos dos los que escribimos con pluma y acaparamos cuadernos. Por mi mano ha pasado todo un muestrario de plumas: la vieja Parker 21, alguna Waterman, una Montblanc, una Sheaffer (yo la llamaba la hemíptero porque sacaba una especie de trompa de dentro del plumín para sorber la tinta del tintero)... Todas murieron por exceso de uso, hubo un momento en que manaban tinta por cualquier recoveco menos por el plumín :) Ahora uso la Lamy, más barata, fiel, suave, agradable. Y sí, realmente es un placer escribir al sol y ver cómo se va secando la tinta a medida que fluye.
EliminarEse personaje que citas ya tiene nuevas sospechas sobre nuestra identidad común. Al final igual tiene razón :)
Diego:
ResponderEliminaruna muy buena idea.
Últimamente tengo cuadernos para anotar los libros que leo, porque, pasado el tiempo, no me acuerdo del final. De los personajes, ni te digo. Pero, por lo menos, acordarme de cómo acaban.
También me pasa lo que a ti: apunto las claves de acceso, dejo huecos para más seguridad... ¡y luego no me acuerdo qué letra o número había en ese hueco!
¡Mecachis....!
Disfruta de los caballos del vino si estás en Caravaca.
Salu2.
Tocayo, veo que no soy el único que recurre a la escritura cuadernil :)
EliminarEste año no he podido acudir a ver los caballos del vino, ¡hélas!. Creo que llevaba 15 años yendo todos los años, pero este alguna pepla me ha retenido en Madrid. No pasa nada, me vengaré el año que viene :)
Un saludete, Dyhego.
Eres más organizado que yo. Por lo que veo tus libretas son iguales y llevan una cronología lógica. Yo utilizo cualquier reverso de factura, cualquier libreta o cualquier dietario antiguo. También escribía con estilográfica, (del latín stilo, punzón) y (del griego, grafía, escritura), pero tuve que desistir, tras algunas manchas veraniegas en el bolsillo de la camisa.
ResponderEliminarAhora utilizo Uni-Ball elite 0,8 y siempre negro.
Soy incapaz de pergeñar un poema si no es en papel, al menos la idea inicial. Al final lo redondeo, con mis cortas posibilidades, al pasarlo al ordenador.
Debo reconocer que soy un poco desordenado y muchas veces pienso que todo lo que he escrito e ideado con Photshop, se puede ir al garete con un simple apagón en una tormenta.
En realidad, la posteridad me importa un pimiento.
Un abrazo.
Se nota que ambos somos de la vieja escuela, Juan 😊 Yo también he utilizado servilletas en bares para anotar una idea que surge entre caña y caña. Incluso en el coche llevo una libretita con su boli para anotar posibles elucubraciones (siempre con el coche parado, claro). Ahora estoy practicando con una pequeña grabadora, hay que evolucionar 😊
EliminarNo existe ninguna tormenta capaz de mandar al garete tus creaciones, Juan.
Un abrazo.
Y gracias por explicarme el significado de estilográfica :)
EliminarNo sabes cómo te comprendo y como comparto ese sentimiento de la historia, vida y futuro de tus cuadernos, Diego.
ResponderEliminarEn esos cuadernos siempre se puede encontrar algún jirón de tu vida.
EliminarUn saludo, Enrique.
Hola Diego :)
ResponderEliminarYo escribí muchísimos cuadernos a modo de diario, desde los 15 años o así hasta los 20 y pico, o 20 y muchos.. la verdad ya no me acuerdo cuándo fue la última vez que escribí. Ahí hacía un resumen del día, si el chaval que me gustaba me había saludado, o qué cosas me había contando mi amiga, y por supuesto la vida en casa con 5 hermanos pequeños.. ya te lo pueden imaginar :)
Luego viví, me fui de casa. Seguí escribiendo cartas (la primera vez que escribí una carta fue con 10 años, a mis amigas de Punta cuando me mudé a Dos Hermanas) y relatos y poesía.
Volvi a escribir a modo de diario cuando me quedé embarazada y compré una agenda para apuntar citas con el ginecólogo, la matrona y todo.. y ahí sigo apuntando comidas, viajes, gastos, los teléfonos de las personas importantes.. así que llevo con un Diario-agenda 8 años :)
Lo mismo tus nietos guardan esos cuadernos para saber un poco más de lo que era su abuelo y se los enseñan a sus hijos y nietos como una reliquia del siglo XX, donde se usaba papel y tinta, en un mundo en que quizás sólo haya que pensar para comunicarse con los demás :)
Ana, hay que ver cómo varía el contenido de los diarios según pasan los años. Desde los primeros ligues hasta los primeros biberones 😊 ¿Punta Umbría? En mis cuadernos aparecen direcciones, teléfonos de esa localidad, donde pasé momentos inolvidables. Seguramente nos habremos cruzado en cualquiera de sus calles o coincidido en algún bareto.
EliminarA mis nietos prefiero dejarles recuerdos vividos mejor que escritos.
Un beso, Ana.
Uy, Diego, igual que tú, tengo muchos cuadernos con mis relatos, escritos de mi puño y letra, para no perderlos por la Red. Y también escribo en ellos reseñas de películas, libros, frases, y algún poema que se me ocurrió sobre la marcha.
ResponderEliminarSuelo comprarles en el mercadillo de Guardo, de librerías que cierran, o en las que aún siguen abiertas. A veces los compro por puro placer. Me encantan.
Los tengo de varios colores muy alegres. Me invitan cuando les abro a inventar historias y darles vida con mis letras. Me parece algo mágico.
Y también les acompaño de dibujos o pegatinas, como cuando era niña.
Aquí se quedaran cuando me vaya. Testigos mudos de mis andanzas...jejeje.
Abrazos.
Yo compro mis cuadernos en cualquier librería (¡qué bien huelen las librerías). Los busco entre el material escolar (así rejuvenezco). Los elijo de cualquier color, cuadriculados, con cuadrícula pequeña y suelo escribir cada dos líneas. Cada uno tiene sus manías. Siempre es un placer comprar un cuaderno vacío y saber que lo vas a rellenar con tus ocurrencias. Sí, son mágicos como dices.
EliminarUn abrazo, Maripaz.
Acabo de descubrir -a partir de tu relato y los respectivos comentarios- que además de millennians y centennials existe la generación "CUADERNIALS"
ResponderEliminarTambién pertenezco a esta generación
Tengo desde todos los tiempos libretas, agendas, cuadernos,, cuadernitos, con todo tipo de anotaciones. Y me pasa como a vos, cuando abro alguno al azar encuentro "mensajes indescifrables" tanto sea en letras como en números
Eso sí, no uso lapicera (que decimos por acá) sino birome (que también decimos por acá)
Y cuando escribo relatos y/o poemas lo hago en un cuaderno específico para ello. Luego los paso a la computadora.
Bueno, seguiría, pero no quiero usurpar tu espacio.😊
Abrazo. Buen finde
Hola, Lu. Pues parece que sí, somos muchos los “cuadernadictos” 😊No sé yo si los millenials adoptarán estas técnicas. No creo, ahora imperan las redes sociales, tan impersonales. Tú has perfeccionado la cosa: tienes cuadernos específicos para temas diferentes 😊.
EliminarBirome = bolígrafo. Siempre aprendo contigo, Lu.
Tú nunca usurpas mi espacio, Lu. Lo complementas.
Abrazazo.
Y ¡vaya!, con agrado y sorpresa me doy cuenta que no era la única que escribía en cuadernos. Tuve varios y, lamentablemente los extravíe en una mudanza, pero debo admitir que desde que llegó el computador portátil a mi vida, mis dedos se hicieron amigo de las teclas.
ResponderEliminarTe contaré que por esas curiosidades de la vida, días atrás compré unos cuadernos que me encantaron por sus delicadas hojas y por sus tapas duras y de cuidada presentación. Me hicieron recordar esos días donde todo lo escribía…ya es tiempo de retornar al origen.
Un gran abrazo Diego.
Hola, Tatiana! Como ves, somos varios los que estamos afectados por la “cuadernomanía”.
EliminarLas mudanzas es lo que tienen. Entre lo que aprovechamos para tirar y lo que perdemos en el trasiego, nuestro “patrimonio” hogareño disminuye.
Es normal que ahora escribamos directamente en el computador, aunque yo, según qué textos, utilizo previamente la escritura a mano, por aquello de mantener en forma la agilidad de mis dedos 😊
Me parece muy bien que compres cuadernos, como recuerdo de aquellos días. Ya sólo te falta rellenarlos de frases, letras, palabras, dibujos y todo lo que se te ocurra 😊
Otro abrazazo para ti, Tatiana.
Me ocurre algo similar con los cuadernos, y es más los libros que escribí fueron todos a mano, con pluma de esas pijas, será porque me fascina y desde bien chiquita el olor de la tinta. Ahora con el coreano y el japonés he vuelto a la pluma, y a la tinta, es fascinante escribir esas letras y lo relindas que son. En algunos (muchos) de mis cuadernos suelo anotar los protagonistas y tramas de las películas, eso lo heredé de mi padre, eso sí los pronuncio en inglés fatal, directores, guionistas, y compositores, es un ejercicio que me gusta cultivar, porque cada vez tengo más Al-piste como diría un viejo amigo, un poco de Alzheimer y mucho despiste ya... ;)
ResponderEliminarUn texto bonito y de esos que tocan la fibra (al menos la mía).
Abrazo, diego.
A Perrete ya le encontramos una novia, y te manda lengüetazo.