Tiempo de cerrojillos
No, no voy a hablar de algún tipo de planta comestible. O de alguna clase de seta.
Los cerrojillos son unos pajaricos que visitan mi humilde y solitario espacio de la sierra madrileña en esta época del año, mediados de septiembre. Su nombre científico es Ficedula hypoleuca, que, más o menos, significa “violinista gris”. Lo de violinista supongo que deriva de la costumbre de este pajarillo, cuando está posado, de desplegar y replegar las alas en movimientos rápidos. A mí, este movimiento me recuerda más a un saludo que a un violinista atacando un staccato. Pero sus razones tendría Pallas para denominar así al pajarete en 1764 (sin duda este naturalista alemán era más melómano que saludador). Lo de gris debe ser porque las hembras y los jóvenes, y los machos en invierno, tienen el dorso grisáceo. El macho en verano lo tiene negro y el pecho blanco, lo que produce un precioso contraste cuando vuela. Y cuando no vuela.
Su nombre común es “papamoscas cerrojillo”. Papamoscas porque se alimenta de moscas y otros insectos molestos. Los otea desde una rama y, ¡zaca!, hace breves vuelos para zampárselos a su paso, volviendo luego a la rama a la espera del siguiente incauto. Lo de cerrojillo… la verdad es que he sido incapaz de saber a qué se debe. Supongo que derivará de “herrero” o algo así. A ver si se pasa por aquí Ángeles y me ilumina.
Ahora mismo me están rodeando, mientras escribo, posados en los rebollos y sacudiendo sus alas. Quiero interpretar que se despiden de mí hasta el año que viene. Han llegado desde Rusia, Finlandia, Polonia… y están de paso, sin prisas, hacia Senegal, Tanzania, Costa de Marfil… Los pájaros son así, no conocen fronteras ni pasaportes ni guerras ni banderas, viajan donde y cuando les da la gana. Para mí son una metáfora de la libertad.
Cada septiembre me anuncian que yo también debo emigrar hacia el sur, empieza el frío por estas sierras. Me iría con ellos, pero no tengo alas. Mi viaje es más corto, mi sur está aquí al lado, apenas a cincuenta kilómetros; en la gran urbe, con sus humos, sus ruidos, su mal humor, sus prisas, sus atascos, sus semáforos, sus prohibiciones, su asfalto. Podría seguir en la sierra, es cuestión de abrigarse, pero temo acabar convirtiéndome en un ermitaño, en un misántropo, ya casi lo soy. Tengo que re-socializarme de vez en cuando, volver a ser una coordenada humana rodeada de otras cien mil coordenadas humanas, volver a someterme al espionaje de mil cámaras escrutadoras que monitorizan todos mis movimientos.
Espero sobrevivir al cambio después de dos meses de naturaleza, aire puro, estrellas y aromas de resina y jara.
La sierra de Madrid en invierno tiene un alma dura, pero si sabes llegar a ella te acaba atrapando. No digo que sea buena idea, el que te atrape, quizás, como dices, sea peligroso.
ResponderEliminarLa sierra de Madrid sólo tiene un defecto: está demasiado cerca de la capital. Y los fines de semana se llena de personal ruidoso. Pero basta trepar un poco, alejarse de las zonas de aparcamiento, para encontrar rincones solitarios. Los hay.
EliminarPues no lo conozco pero no me extraña: los pájaros son muy suyos (¿recuerdas los rabilargos que tú no ves en tu trozo de sierra? O los abejarucos que no aparecen en "mi" trozo?)
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Beauséant: "te atrapa y bien" pero volverás allí después de tu paréntesis de ciudad. ;)...
Los rabilargos han invadido mi espacio, aunque su pelea con las urracas continúa :) Los abejarucos ya han desaparecido, parece que los pájaros cumplen unos ritos en sus viajes migratorios. Volveré, seguro :)
EliminarNo sale pero soy Paca :)))
ResponderEliminarLo intuía por lo de "mi trozo" :))
EliminarUn beso, Paca :)
Diego:
ResponderEliminarhaces bien, cuando te apetezca te alejas del mundanal ruido, y cuando no, vuelves al "urbanal" ruido...
Salu2
El fin de semana me voy a nuestra tierra, huyendo una vez más del "urbanal" ruido :)
EliminarAbrazo.
Volveré, seguro :)
EliminarEse "papamoscas" no habita por estos lares. He visto imágenes en google. Se lo ve muy pequeño y vivaz.
ResponderEliminarDiego, siempre creo que los extremos no son buenos.
Digo "ni muy muy, ni tan tan"
Un tiempo de ermitaño , creo, viene muy bien siempre y cuando también haya un tiempo de sociabilizar.
¡ya volverás a tu sierra!
Va mi abrazo
Lu, por tus lares no existen estos pajarillos, efectivamente. Son propios de Eurasia y África. En total hay 26 especies diferentes, de las cuales en España nos visitan dos, el papamoscas gris y el cerrojillo.
EliminarMe ha gustado tu refrán de "ni muy muy, ni tan tan" :)) Lo dificil es mantenerse en el término medio.
Un abrazote, sursureña :)
hola
ResponderEliminartiempo sin venir de visita, excelente relato y buen final...
cuidado que las aves son cámaras de vigilancia...
saludos
Estamos ya tan vigilados, Carlos...
Eliminar¿Qué contarán de nosotros los pájaros cuando llegan a su punto de destino?
Un saludo, Carlos.
Me quedaré disfrutando de tu andar, es una buena imagen para memorar, esos pajaritos a tu alrededor han de estar pendientes de lo que escribes, diego
ResponderEliminarPues sí, Maia, ahora mismo tengo un mirlo sobre mi cabeza y me mira con curiosidad :)
EliminarAbrazo, Maia.
Iota.
ResponderEliminarHola querido Diego, si soy yo, la visitante fantasma, la que añora los pajaros .
Eres feliz entre ellos aunque los cerrojillos , esos ultimos que te rodean, no son los mas cariñosos , guardan un corazon de piedra. Son infieles, te observan un tiempo buscando alguna mosca(las moscas en su mayoria buscan un calor humano)para comersela sin masticar, pero cuando les toca volar te abandonan sin pena saben que para el año siguiente no volveran quizas vuelvan sus descendientes.
Ahora te toca arrimarte a la urbe polvorienta y ruidosa pero si te vas a tomar una cerveza a una terraza ,te rodearan los gorriones que aceptan todas las comidas , engordan y saltan felices . Ademas son los mas fieles nunca se van y siempre te reciben con alegria. Cuidate Dieguez un beseiro
Hola, visitante fantasma :)
EliminarLos cerrojillos son cerriles, te rodean, pero a distancia, no te invaden. Los gorriones "terraceros" sí son cerriles de verdad; se aproximan taimadamente a tu mesa, saltan a ella en un descuido y te roban una patata frita, que vuelan a devorar a la rama más próxima. Como ya escribí en una entrada anterior, aunque se van sin pagar y sin dar las gracias, al menos respetan de momento mi cubata :)
Otro beseiro, Iota.
Iota.
ResponderEliminarMe gusta mucho como has pintado el pajaro , Bravo !! desprende fortaleza, y unclaro aire de superioridad . Gracias
¿Tú crees, Iota? Yo creo que está más bien ojo avizor, esperando el paso de algún díptero :)
EliminarUn beso.