Solsticio
Son manías que se repiten cada año, cada noche de solsticio, desde hace mucho tiempo. Es una voz que me reclama desde la montaña, imposible de desobedecer.
Esta tarde, una vez más, meteré la tienda en la mochila, el saco de dormir, una linterna, algún alimento, y subiré al prado que descubrí hace años allí arriba, rodeado de pìnos y helechos. De anochecida montaré el tinglado despacio, no hay prisa.
Soledad buscada y encontrada, tan amiga a veces. Y silencio sólo interrumpido por el ladrido eventual de un corzo o el ulular de un cárabo. Arriba, un cielo cuajado de estrellas imposibles de ver desde la gran ciudad. Marte desapareciendo por poniente, Saturno, una luna naciente de madrugada, la galaxia de Andrómeda, Casiopea, el triángulo de verano (Deneb, Vega, Altaïr)… todo un espectáculo; y gratis.
Y te buscaré entre las estrellas, a ti que decidiste hace dos días no seguir luchando y volar dulcemente hacia ningún lugar. El firmamento es ningún lugar y quizás camines por la vía láctea tranquila, gin tonic en mano, repartiendo sonrisas. Mañana te contaré si te he visto, o no. Hoy te aseguro una cosa: te voy a recordar toda mi noche.
(Foto, mi tienda, tan amortizada...)
Seguro que la noche pura te regalará un sorpresa estelar.
ResponderEliminarSalu2, Diego.
Un lugar acogedor; y un recuerdo latente. Emotiva nostalgia, Diego.
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